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En ocasiones visité el desierto del norte de México, en especial un sitio llamado Real de Catorce, fundado en 1780 y consolidado en el tiempo por el hallazgo de ricas minas de plata. La particularidad de estos días en los que estuve, es que el pueblo permanece prácticamente vacío, abandonado, debido al agotamiento de las minas. No hay más plata, no hay más gente. Allí vive una pequeña comunidad, junto a un cerro llamado El Quemado, al que acude en procesión el pueblo Huichol a entregar sus ofrendas y presentar sus respetos, ya que para ellos allí nació el Sol. En esos días he visto como los niños y la comunidad del lugar celebra y se relaciona con sus muertos.